La ratita presumida - cuento en inglés

Cuentos en inglés 29 de feb. de 2024

"La Ratita Presumida" es un cuento popular español que ha sido transmitido a través de generaciones y adaptado en diversas formas. La historia sigue a una ratita que vive en el campo y es muy coqueta y presumida. Un día, la ratita encuentra una moneda y decide usarla para comprar una cinta, unos zapatos, un sombrero y un abanico, todo para lucir más bonita. Mientras tanto, tres pretendientes, un ratón, un gato y un cerdo, se enamoran de ella y la invitan a salir. La ratita rechaza a los pretendientes porque considera que no están a su altura.

La moraleja de esta historia radica en la importancia de la modestia y el valor de las cualidades internas sobre las apariencias externas. La ratita aprende que la verdadera felicidad proviene de la sinceridad y la humildad, y no de la vanidad.

La ratita presumida en inglés (The Vain Little Mouse)

Once upon a time, in a beautiful green field, there lived a little mouse who was very vain and conceited. This little mouse always wore her best fur and spent hours admiring herself in the mirror, convinced of her own beauty. One day, while strolling through the field, the mouse found a shiny coin on the ground. "What luck I have today!" she exclaimed excitedly.

Determined to use the coin to enhance her beauty, the vain little mouse hurried to the market. There, she bought a red ribbon to adorn her tail, shiny shoes for her tiny feet, an elegant hat to cover her head, and a delicate fan to wave gracefully. "Now I will truly be the prettiest in the field," she said to herself with satisfaction.

As the vain little mouse made her way back home, three suitors—a mouse, a cat, and a pig—saw her pass by and were dazzled by her beauty. "What a beautiful mouse!" they whispered among themselves.

The mouse, approaching timidly, asked the little mouse: "Excuse me, Miss Mouse, would you like to take a stroll through the field with me?"

But the little mouse, lifting her head proudly, replied: "I'm sorry, dear mouse, but a simple stroll is not up to my elegance."

The cat, with an elegant swish of its tail, approached the little mouse and said: "Excuse me, lovely mouse, would you like to share a piece of cheese with me?"

But the little mouse, with a disdainful gesture, replied: "I'm sorry, dear cat, but my palate demands something more than a simple piece of cheese."

Finally, the pig, with a friendly grunt, approached the little mouse and offered her a wildflower. "Dear mouse, would you like to dance with me under the moonlight?"

But once again, the little mouse rejected the proposal, declaring: "I'm sorry, dear pig, but my dance steps deserve a partner more suited to my grace."

After rejecting the three suitors, the vain little mouse continued on her way home, convinced of her own superiority. However, upon arriving home, she found a humble country mouse waiting for her with a warm smile.

"Dear mouse," said the country mouse tenderly, "I have no treasures or luxuries to offer you, but I have a sincere heart and a burning desire to make you happy. Will you marry me and share your life with me in this simple but cozy burrow?"

The vain little mouse, with tears in her eyes for her past arrogance, embraced the country mouse and said sincerely, "Yes, dear mouse. I accept your proposal with all my heart."

And so, the vain little mouse learned that true beauty lies within and that true love is not based on appearance or material treasures, but on sincerity, kindness, and humility.

La ratita presumida en español

Había una vez en un hermoso campo verde, una pequeña ratita muy coqueta y presumida. Esta ratita siempre lucía su mejor pelaje y pasaba horas mirándose en el espejo, convencida de su propia belleza. Un día, mientras paseaba por el campo, la ratita encontró una moneda brillante en el suelo. "¡Qué suerte tengo hoy!", exclamó emocionada.

Decidida a usar la moneda para realzar su belleza, la ratita corrió al mercado. Allí, compró una cinta roja para adornar su cola, unos zapatos brillantes para sus pequeñas patas, un sombrero elegante para cubrir su cabeza y un abanico delicado para ondear con gracia. "Ahora sí que seré la más bonita del campo", se dijo a sí misma con satisfacción.

Mientras la ratita presumida regresaba a casa, tres pretendientes, un ratón, un gato y un cerdo, la vieron pasar y quedaron deslumbrados por su belleza. "¡Qué ratita tan hermosa!", susurraron entre ellos.

El ratón, acercándose tímidamente, le preguntó a la ratita: "Disculpa, señorita Ratita, ¿podría acompañarte a dar un paseo por el campo?"

Pero la ratita, levantando la cabeza con orgullo, respondió: "Lo siento, querido ratón, pero un simple paseo no está a la altura de mi elegancia".

El gato, con un elegante movimiento de su cola, se acercó a la ratita y le dijo: "Perdona, encantadora ratita, ¿te gustaría compartir un trozo de queso conmigo?"

Pero la ratita, con un gesto de desdén, respondió: "Lo siento, querido gato, pero mi paladar exige algo más que un simple trozo de queso".

Finalmente, el cerdo, con un gruñido amigable, se acercó a la ratita y le ofreció una flor silvestre. "Querida ratita, ¿te gustaría bailar conmigo bajo la luz de la luna?"

Pero una vez más, la ratita rechazó la propuesta, declarando: "Lo siento, querido cerdo, pero mis pasos de baile merecen un compañero más adecuado a mi gracia".

Después de rechazar a los tres pretendientes, la ratita continuó su camino hacia casa, convencida de su propia superioridad. Sin embargo, al llegar a su hogar, se encontró con un humilde ratón campesino esperándola con una sonrisa cálida.

"Querida ratita", dijo el ratón campesino con ternura, "no tengo tesoros ni lujos para ofrecerte, pero tengo un corazón sincero y un deseo ardiente de hacerte feliz. ¿Te casarías conmigo y compartirías tu vida conmigo en esta sencilla pero acogedora madriguera?"

La ratita, con lágrimas en los ojos por su arrogancia pasada, abrazó al ratón campesino y dijo con sinceridad: "Sí, querido ratón. Acepto tu propuesta con todo mi corazón".

Y así, la ratita presumida aprendió que la verdadera belleza reside en el interior y que el amor verdadero no se basa en la apariencia o los tesoros materiales, sino en la sinceridad, la bondad y la humildad.

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